Espías soviéticos en Canarias

La URSS trató de
desestabilizar durante los años 70 y 80 la seguridad existente en
Occidente. Para ello se valió de su servicio secreto, el KGB, que
empleaba como tapadera sus tres principales empresas para operar en el
extranjero: la línea aérea Aeroflot, la marítima Intramar y la
proveedora de sus buques, Sovhispan. Al menos, tres de sus agentes
fueron expulsados por incompatibilidades con su estatus diplomático
cuando trabajaban en el Archipiélago entre los años 1977 y 1985. Pero no
sólo se dedicaron al espionaje, sino que se infiltraron en todos
aquellos movimientos de corte independentista que operaban por aquellas
fechas en las Islas Canarias.

ANTONIO HERRERO


SANTA CRUZ DE TENERIFE

Cuando la URSS se percata de que la mejor arma para subvertir un
régimen es desestabilizándolo, es justo lo que pretende llevar a cabo
con España, que por aquellas fechas se decidía si se adhería a la OTAN.
Canarias no iba a ser menos, sobre todo si tenemos en cuenta que en el
Archipiélago los movimientos de autodeterminación estaban en plena
efervescencia. Como botón de muestra, España tuvo que expulsar entre
1977 y 1985 a un total de 15 agentes del KGB y de su servicio de
espionaje militar, el GRU.

Guenaday Sveshnikov, en junio de 1977,
camuflado en la empresa Intramar, que fue sorprendido por oficiales
españoles en Aranjuez con material sobre las bases de utilización
conjunta hispano-norteamericanas; Yuri Isaev, coronel del GRU (Servicio
Militar de Espionaje), expulsado el 22 de abril de 1978; Víctor
Vassilievich Vorobiev, agencia marítima Mar Negro, expulsado en mayo de
1978; Vladimir Illich Efremenkov, agregado de la embajada rusa, que deja
España en marzo de 1981; Oleg Victorovich Suranov, director de la
delegación de Aeroflot, expulsado en febrero de 1980; Fedroin
Tirtishnikov, Aeroflot; Yuri Paivovarov, personal de la embajada,
acusado de espionaje industrial de armamento, expulsado el 5 de marzo de
1977; Yuri Paulovich Popov, Waimar, tuvo que dejar nuestro país en mayo
de 1978; Yuri Makarov, Sovhispan Canarias, el 1 de febrero de 1979;
Anatoli Krassilinikov, GRU, que deja el país en febrero de 1980; Vitaly
Ivavnovich Schkov, GRU, deja España el 13 de mayo de 1981; Yuri
Ivanovich Bytchkov, Sovhispan, expulsado en marzo de 1981; Sergei
Nikolaievich Oslikovsky, GRU, expulsado el 22 de febrero de 1983; Yuri
Koleshnishov, KGB, en enero de 1985; Lutin Casili Nikolaievich y
Vladimir Lukin Tirtishnikov, funcionarios de la compañía de aviación
Aeroflot, fueron invitados a abandonar España el 28 de abril de 1982, ya
que trataban de establecer contactos informativos sobre el suministro
de material bélico norteamericano a nuestro país.

Para comprender
la situación estratégica del Archipiélago hay que situarse en aquellos
años. España había entregado el Sáhara y Argelia tomó el hecho como una
hostilidad hacia su país. Por este motivo, concedió un estatus especial
al Frente Polisario al tiempo que dio las máximas facilidades al Mpaiac
de Antonio Cubillo, aprovechando la infiltración soviética en la
Organización para la Unidad Africana (OUA).
Para ahondar más en el
problema, el líder angoleño Agostinho Neto consintió en darle apoyo
militar al Mpaiac y formular una petición de descolonización al Comité
de Descolonización de Naciones Unidas.

Es en este momento cuando
la URSS comienza a trazar su plan de acción. Desde la sede del KGB en la
calle Lubianka de Moscú se dan las instrucciones. El ministerio de
Pesca ofertó a los astilleros Astican de Gran Canaria la posibilidad de
reparar su flota pesquera del Atlántico Sur, que superaba el millar de
embarcaciones. La entrada de dichos buques conllevaba un permiso
especial, lo cual podría ser aprovechado por los rusos para colocar a su
personal.

La red se va extendiendo por la costa africana y
aparte de las oficinas en Moscú y Madrid, abren otras en Colombia,
Gabón, Togo, Nigeria, Camerún, Zaire, Benin, Ecuador y Perú.

Como
empresas filiales tienen a Iberles, Pesconsa y Soviemex. Dependientes
de estas dos últimas sociedades, funcionaban veinte almacenes de
pescado, que suministraba Soviemex, y tres restaurantes.

En 1971,
los rusos crearon una sociedad con capital ruso-español, denominada
Sovhispan. Al principio, el Gobierno español permitió la presencia de
tres consejeros, pero el número fue en aumento hasta llegar a la docena.

Actividades
irregulares
El 1 de febrero de 1979, las autoridades españolas
expulsan al que había sido su director general, Yuri Makarov, por
actividades irregulares. Makarov fue sustituido por Yuri Timofeiev, que
tras regresar a la Unión Soviética fue juzgado y condenado por
corrupción. A este le sucedió Yuri Ivannovich Bytchkov, que corrió la
misma suerte que sus antecesores, ya que en marzo de 1981, el Cesid
solicitó al Gobierno español su expulsión por actividades irregulares y
por mantener contactos con agrupaciones independentista.

Durante
su estancia en España, el Gobierno Civil de Las Palmas impuso una multa a
la empresa por transgresión de los acuerdos fundacionales. Este agente,
natural de Leningrado, que falleció en Moscú a finales de los años 80,
mantuvo fluidos contactos con representantes de la Cámara de Comercio y
de las Cajas de Ahorro. Al parecer, una vez cayó en desgracia y fue
expulsado de España, acabó en un gulag. Este espía llegó a investigar
los asuntos internos de nuestro país. El 5 de marzo de 1981, en primera
página del Diario de Las Palmas aparecía el siguiente título: "Más
trabajo y menos metralletas es lo que necesita España". Estas
declaraciones las hizo cuando se presentó en el aeropuerto de Gando a
recoger al ajedrecista Anatoli Karpov. En el aeródromo le esperaban una
nutrida representación de periodistas que al reconocerlo le preguntaron
su opinión sobre el intento de golpe de Estado y su respuesta fue la que
le costó el puesto.

Fichado por el Cesid
Bytchkov llegó por
primera vez a tierra española en 1967, cuando el barco que capitaneaba
atracó en Vigo. A partir de ese momento quedó fichado por los servicios
de inteligencia españoles.

El 15 de enero de 1971 llega a Santa
Cruz de Tenerife para trabajar en la delegación de Sovhispan, donde
permanece hasta 1976, año en que cesa y pasa a integrarse en Pesconsa,
con sede en Tenerife.

El 19 de octubre de 1976 deja su puesto y
regresa a la URSS. Pero su estancia no se alarga mucho puesto que en
octubre de 1978 regresa nuevamente a Tenerife, ya como delegado de
Sovhispan, y se instala en un piso en la calle General Fanjul de la
capital tinerfeña. Este hombre contaba con una gran experiencia a sus
espaldas, ya que había estado destinado en Ghana y Cuba.

Pero la
intromisión de los rusos en los asuntos españoles fue de tal calibre que
el delegado de la empresa que surge de la fusión entre vapores Suardíaz
y Tabacos de Filipinas, Annatoly Vinogradov, llegó a escribir una
canción para los carnavales de Las Palmas de Gran Canaria en 1980,
titulada: "No queremos a la OTAN, queremos Sovhispan".

El que
fuera presidente de la Comunidad Autónoma de Canarias, Jerónimo
Saavedra, se mostraba receloso en una entrevista concedida al Diario de
Las Palmas, el 8 de noviembre de 1985, ante el interés de potencias
extranjeras por el Archipiélago. "Todo el mundo sabe donde está
Canarias. Estamos rodeados y, yendo de un lado para otro, hay buques de
seguimiento de satélites, navíos de seguimiento de submarinos y flotas
de múltiples países. Esta es la realidad, pero tampoco hay que darle
mayor importancia".

La presencia de los espías siempre vino
acompañada de la numerosa flota pesquera que operaba en el caladero del
banco pesquero canario sahariano.

Así no era extraño observar la
presencia de barcos con grandes radomos a bordo, que aparte de servir
para el seguimiento de las pruebas balísticas rusas también permitían
mantener comunicaciones seguras con Moscú. Entre estos destacan el
Kosmonaut Yuri Gagarin, Kosmonaut Vladimir Komarov y Moshovets.

Vecinos
incómodos
Marinos de la Armada española confirmaron que en más de
una ocasión, cuando llevaban a cabo ejercicios de lucha antisubmarina al
sur de El Hierro y máxime si había colaboración americana, siempre se
contaba con la presencia de un pesquero soviético en las proximidades.

En
uno de estos ejercicios, pero desarrollado en aguas del Mar de Alborán,
la Armada española no tuvo otra opción mejor para ahuyentar a su
molesto vecino que sobrevolar con un aparato Harrier que había despegado
del portaaeronaves, el cual se colocó sobre la vertical del pesquero.
Tras invertir la tobera de sus motores como si tratase de aterrizar
verticalmente, consiguió que con el enorme calor que desprendían las
turbinas la tripulación rusa entendiese el mensaje. De esta manera
levantó anclas y huyó del lugar.

Informaciones de aquellos años
apuntaban a que el Mando Aéreo de Canarias había detectado el
aprovisionamiento de buques pesquero rusos a submarinos de la misma
nacionalidad en aguas internacionales.

En el banco pesquero
canario sahariano la flota rusa estaba apoyada por un destructor que
prestaba protección ante los reiterados ataques del Frente Polisario a
los pesqueros, así como a las aprehensiones que practicaba la Marina
Real Marroquí. De hecho, en una de las intervenciones de la Armada
alauí, el destructor se situó en la bocana del puerto de la antigua
Villa Cisneros, hasta que las autoridades de Marruecos soltaron al buque
que habían apresado.

Los soviéticos mantuvieron numerosos
contactos con los grupúsculos independentistas que por aquellos años
operaban en las islas con una clara misión, crear un ambiente hostil
para evitar la entrada de España en la OTAN.

Conviene recordar
que España era por aquellos años el único país que permitía una flota
tan numerosa en aguas nacionales. Por aguas canarias pasaban más de
100.000 marineros, los cuales llegaban a bordo de los propios navíos o
con vuelos de la compañía Aeroflot, que traían directamente desde Moscú,
la mayoría de las veces en un estado lamentable debido a la ingesta de
vodka, a las tripulaciones que habrían de practicar los relevos.

Las
escalas de buques de bandera rusa en los 19 años de presencia superaba
las dos mil escalas anuales, sólo en Gran Canaria. Por citar un
ejemplo, en 1985 arribaron al puerto de La Luz, de Las Palmas de Gran
Canaria, 714 buques soviéticos. En Santa Cruz de Tenerife, los pesqueros
arribados fueron 452.

Una vez han transcurrido más de 25 años
desde la desaparición de la presencia rusa en el Archipiélago Canario,
todavía queda en el aire saber si la labor que desarrolló gran parte del
personal fue sólo pesquera o en cambio se dedicaron a otro tipo de
"capturas".